Orlando, bienvenidos Paseo G, ¿cómo estás? Dani, para ti, un abrazo muy especial y para toda la gente de Espacio G, también contento de estar aquí, contento de estar aquí para abrir mi corazón. Me encanta, porque precisamente eso vamos a hacer.

Orlando Liñán creció en Valladupar, en medio del vallenato, la tradición, y todos pensamos, no, eso fue lo que influyó para que tú amaras la música. Pero dime tú, si fue así, ¿qué recuerdos de tu infancia tú tienes que marcaron tu camino?

Infancia y primeras emociones con el vallenato

Bueno, yo desde niño siempre me gustó ser distinto, ¿sí? Siempre me gustó no ser igual a los demás. Entonces en ese tiempo yo no me inclinaba mucho por la música, yo tenía como otra manera de ver la vida. Y ya posteriormente, cuando me enamoré como a los 13 años, precisamente escuché una canción como de Diomedes Díaz y me gustó muchísimo.

Me empecé a interesar más, porque al principio no me gustaba mucho el vallenato, la verdad. Yo lo veía como muy de adultos, como de señores, y yo era un niño todavía. Pero ya cuando me enamoré, entendí la importancia de las letras, de los mensajes, de la música, y ahí fue que me atrapó el vallenato.

El apoyo familiar y los estigmas hacia la música

Ok, tú hablas de unos ahorros, o sea que para tu familia era difícil el empezar, el decir te vamos a apoyar. Bueno, sí, en ese tiempo era complicado porque mis papás siempre quisieron que yo estudiara, que yo fuera un profesional, y veían la música como un hobby, no como una carrera. Además, existía mucho estigma alrededor de los músicos vallenatos, se pensaba que era solo fiesta, licor, mujeres.

Ya posteriormente, pues, que yo empecé a crecer, ya, como que me empezó a gustar mucho más la música, tanto así que me metía a tocar guitarra, que me iba con los amigos a hacer serenatas. Y estando en la universidad estudiando derecho, fue cuando grabé mi primer CD.

Primer álbum y camino profesional

Claro, estando yo en la universidad y estudiando derecho, un profesor me dijo: “Orlando, ¿por qué no grabas un CD?”. Y con los ahorros de muchos años, porque yo trabajaba desde pelado, logré grabar ese primer disco.

Ese segundo álbum fue más serio, con más inversión, con más fe, y ahí sí empecé a sonar en la costa, en Barranquilla, en Santa Marta, en Cartagena. Yo ahí sí me creía el cuento y dije, bueno, esto sí va en serio.

Los retos de combinar estudios con música

Ok, cuando encontramos ese timbre y ya se vuelve algo serio y el éxito llega, ¿cómo lo recibes tú? Fue difícil porque tenía que dividirme entre la universidad y la música. Yo terminaba de tocar y al otro día tenía que presentar exámenes. Era muy duro, pero al mismo tiempo fue una etapa que me enseñó disciplina.

Claro, como si no fuera poco para impulsar aún más, llega la actuación Orlando, háblame de eso. Bueno, yo estaba en un reality musical, Idol Colombia, y de repente me llaman para un casting. Yo no tenía idea de actuación, pero fui, me presenté y me gané el personaje de Diomedes.

Interpretar a Diomedes Díaz en la novela

Eso cambió mi vida. Me tocó retirarme del reality para dedicarme al personaje. Fue una preparación fuerte, porque interpretar a Diomedes no era fácil. Había que estudiar su forma de hablar, de caminar, de mirar.

La novela fue un éxito. Me dio a conocer aún más en el país y en el mundo vallenato. Obviamente también hubo críticas, porque siempre habrá quienes digan que nadie puede interpretar a Diomedes como él mismo.

Críticas y consolidación en la actuación

Sí, en ese momento apenas estaban creciendo las redes sociales y uno no estaba acostumbrado a recibir tantos comentarios. Pero aprendí a filtrar, a quedarme con lo positivo y a crecer con lo negativo.

Siempre me lo dijeron: “Orlando, ten cuidado porque quedas encasillado como el que hizo de Diomedes”. Pero nunca tuve miedo de eso. Sentí que era un reto y que también podía abrirme muchas puertas.

La música después de la novela

Después vino mi carrera musical otra vez, con más fuerza. Una de las canciones que más me abrió puertas fue “La Chata”, que todavía la gente me pide en los conciertos.

En pandemia me dije: llegó el momento de hacer un homenaje a Diomedes. Grabamos un álbum completo con mucho respeto y amor, y la gente lo recibió de la mejor manera.

Reconocimiento internacional y los Grammy Latinos

Ese álbum fue tan bien recibido que incluso entró en consideración a los Grammy Latinos. Eso para mí fue un orgullo enorme, porque significa que la música vallenata puede sonar en escenarios internacionales.

Luego vino la oportunidad de presentar en televisión. Y mucha gente decía: “Pero cómo, si es cantante y actor, ahora presentador”. Pero yo siempre he creído que uno no tiene que limitarse.

La versatilidad artística

En Colombia existe esa idea de que si haces una cosa no puedes hacer otra. Pero yo pienso lo contrario: si tienes talento y disciplina, puedes explorar distintas facetas. Y todas, de alguna manera, se alimentan entre sí.

No ha sido fácil, porque casi todos los fines de semana tengo conciertos y luego llego sin dormir al programa. Pero disfruto tanto lo que hago que no lo siento como un sacrificio.

La familia como prioridad

Lo único que pongo como prioridad absoluta es mi hija. Yo digo: ese fin de semana no me contraten porque me voy para Valledupar con ella. Eso es sagrado.

Hoy en día tengo el control de mi carrera. No me caso con una sola idea. Quiero ser independiente, quiero experimentar. Pero siempre pongo todo en manos de Dios.

Mensaje a las nuevas generaciones

Lo más importante es que sean auténticos, que no se dejen moldear por lo que otros digan. Que aprendan a ser felices con lo que hacen y no vivan pendientes de la aprobación de los demás.

Hace 10 años me afectaban mucho los haters. Hoy en día los entiendo, incluso los bendigo, porque me hicieron más fuerte y más consciente de quién soy.

El dolor de una separación y el aprendizaje

Hace poco pasé por una separación muy dura. Fue un momento difícil, pero también me enseñó a valorar lo que tengo, a crecer como persona y a darle prioridad a lo que realmente importa.