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Juancho Valencia: “más de la mitad de la información del pasado musical de Colombia no existe”

El productor y compositor colombiano Juancho Valencia nos dio un recorrido musical desde sus inicios hasta la serie Cien años de soledad.

Juancho Valencia es uno de los productores y compositores más destacados de la música en Colombia. Su labor en la preservación de la música tradicional y su capacidad para fusionarla con géneros del mundo le ha valido numerosos premios y reconocimientos; entre ellos, seis premios India Catalina. Así como nominaciones al Grammy y Grammy Latino, de las cuales ha recibido dos gramófonos. Además, como parte de su labor de investigación musical fundó La Ciencia de Juancho, un laboratorio que ha desarrollado proyectos audiovisuales y musicales que hoy en día son referentes claves en la industria musical colombiana.

Hablamos con él antes del estreno de Cien Años de Soledad, la serie de Netflix donde participa como uno de los directores musicales.

Vamos al inicio, la historia antes de Puerto Candelaria

Tenía una carrera, muy consolidada en la música tropical, en la salsa e incluso en el jazz, y toda la formación de música clásica. Yo soy de esas personas que no tuvo mucha opción, mucha elección, desde los 3 años ya estaba tocando un piano, y pues no ha pasado un día de mi vida que no esté haciendo música.

¿Qué querías construir en la música?

Yo a los 8 años ya estaba haciendo conciertos, ya estaba componiendo, tocando con agrupaciones de salsa y de jazz. A los 13 años, armo mi primera banda profesional con músicos profesionales de la ciudad de Medellín (…) yo llegaba con el uniforme de educación física del colegio, con las partituras a pasársela a grandes músicos de la de la ciudad, como, Fruko y Sus Tesos, El Grupo Galé, entre otros.

El detonante sucede, cuando soy consciente de haber nacido en un país como Colombia, crezco en el Medellín de los años 80 y 90, de alguna manera eso te da una conciencia de presente no muy agradable, pero a la final también de eso se trató, el universo tiene la posibilidad de ponerte en una ciudad con un conflicto increíblemente doloroso para nosotros.

Cuando medio Medellín termina esa atroz guerra de narcotráfico, se intensifica la guerra rural y la guerra de Colombia, entonces de alguna manera creo que todo eso no solamente a mí; lo he hablado con muchos músicos y artistas, nos dio de alguna manera un grado de conciencia de dónde estábamos y definitivamente se nos convirtió en la bandera para trabajar.

¿Cómo fue trabajar toda esa situación con la música?

Siempre van a ver como esas dos líneas, el músico y el artista que es capaz de expresar el dolor de esos momentos. Eso ha pasado en El Señor de los Anillos, Winnie The Pooh y muchas grandes historias de fantasía; se han creado en momentos de conflictos de la humanidad. Esos, donde de alguna manera no solamente el artista sino las personas que se adentran en esos universos pueden escapar un poco de la desgracia de la realidad.

Nosotros pensamos mucho en esa transformación, en creer que la música sana. Creo que la música latina tiene una gran ventaja, -generalmente es una desventaja- y, es que tú tienes la capacidad de bailar las desgracias, tú puedes escuchar la canción más triste del mundo: Pedro Navaja, y es la historia de un asesinato y la gente la baila. Entonces, creo que ahí hay un poder en la música latina. 

Hablando de Puerto Candelaria que ha tenido reconocimientos y nominaciones. Lograron una fusión que se va al mundo a mostrar un sonido que es muy colombiano, pero estar en Medellín y crear ese sonido ¿Cómo fue para ti?

El año 2000 fue un año importante porque pasaron muchas situaciones políticas en el mundo. Fue la época de Putumayo Records, la época que Peter Gabriel apoya a Totó la Momposina y la vuelve una gran estrella mundial y la de Richard Blair un gran productor inglés que se viene a Colombia a producir, a enseñarnos y, a formar unas escuelas de la música de los sonidos electrónicos con el folklore.

Es un momento muy particular que nos dio una oportunidad de mostrar una Colombia desde los pueblos periféricos. Colombia, fue de los países que aprovechó muy bien esa oportunidad y desde ese momento el país sigue siendo protagonista mundial.

Desde Puerto Candelaria veníamos haciendo esas investigaciones. Incluso, recuerdo en los 90 yo muy pequeño con un incipiente grupo de amigos que después se volvería Puerto Candelaria. Era prohibido viajar en las carreteras colombianas y nosotros decíamos con toda la rebeldía del mundo casi pues que decíamos: “patria o muerte” y nos metíamos a los pueblos donde era prohibido. Nos pasó de todo, nos secuestraban, atracaban, nos pasaron cosas muy horribles pero nosotros teníamos esa visión de, hay que ir a aprender de estas músicas, desde donde nacen, tenemos que ir a hablar con los maestros, con los viejos, están muriendo y la gente y Colombia necesita esa información.

Éramos un grupo de personas de Cali, Bogotá, Bucaramanga entre ellos Jacobo Vélez, que después se vuelve todo ese universo de La Mamba Negra, el mismo Velandia y La Tigra, ChowQuibTown, en ese momento Tostao, éramos jóvenes con ganas de aprender todo lo que significaba la música colombiana, Puerto Candelaria resume eso.

Decidimos no irnos para Estados Unidos, o para Bogotá, si tú naces fuera de Bogotá, de alguna manera te presiona la misma sociedad que tienes que irte a Bogotá, y cuando estás en Bogotá te empiezan a presionar que tienes que irte para México o para Estados Unidos. Nosotros dijimos, vamos a intentar hacerlo desde Medellín, no por un regionalismo, sino porque realmente teníamos esa sensación de sacar a Medellín de las cenizas y creíamos que con la música se podía hacer.

Impacto musical

Nuestra primera gira internacional fue a Brasil, llegamos a un terreno totalmente nuevo inexplorado totalmente, con unos circuitos que definitivamente no eran los circuitos de Miami, de México, ni siquiera de Bogotá. Y eso nos hizo entrar rápidamente en una perspectiva mundial, entendimos que el mundo era más grande que lo que veíamos por televisión. Recordemos que a principios del 2000 no habían más de 10 canales en televisión, no había internet, no había nada.

Puerto Candelaria tiene un récord nacional, hemos visitado más de 40 países alrededor del mundo. Llevar todo este sonido afuera y crear también La Ciencia de Juancho, un laboratorio prácticamente de exploración sonora.

¿Con qué te has encontrado, qué sientes que necesitaba ese empuje que necesitaba esa voz y ese apoyo musical?

Primero, nosotros estamos totalmente enamorados de nuestra música, pero nuestra música tiene un condimento alto para las personas de afuera, es una música que no es fácil es compleja las músicas tradicionales de Colombia son complejas de entender y entre más te alejes de esta geografía cada vez se vuelve más difícil que las otras personas comprendan. No solamente la música, la idiosincrasia y muchas cosas de nuestras culturas, entonces empezamos a hacer unos diálogos donde definitivamente teníamos que tomar decisiones de abandonar de dejar al lado ciertos elementos de nuestras músicas con el fin de poderlos conectar con otras culturas exactamente y esa fue nuestra posición.  También es muy entendible que hay artistas que dicen: no, esta es mi arte, esta es mi música y si tú no lo entiendes es problema tuyo, no es problema mío.

Y eso para mí se me convirtió en de alguna manera casi en un en objetivo casi político entender que nosotros podíamos con la música, algo que es invisible, podíamos dar una sensación grata de lo que era nuestro país.

Segundo, cuando nosotros llegamos a esos puntos de internacionalización, nos dimos cuenta que estábamos muy estigmatizados y no lo sabíamos. El músico latino el músico colombiano, no llegan a los conciertos, van a llegar borrachos, es un problema con la plata, había un montón de cosas que nosotros dijimos: dios mío eso cuándo pasó. Entonces nos tocó desarrollar un pensamiento empresarial, ahí nace Merlín Producciones, también para entender que no solamente estamos muy abajo en la en la pirámide cultural del mundo, realmente fue el fallo de la música colombiana en los años 60, 70. Ahí nos tocó ponernos esa camisa empresarial y definitivamente esa combinación fue totalmente exitosa.

Te han buscado para liderar muchos proyectos tienes seis India Catalina tienes una cantidad de reconocimientos por todos tus proyectos, en este momento acabas de musicalizar Cien años de soledad, la serie más ambiciosa en Latinoamérica de Netflix ¿para ti qué ha representado eso, hacer otros proyectos que están fuera de Puerto Candelaria?

Gran parte en el universo de Puerto Candelaria responde a otras preguntas musicales desde otros géneros, con otras combinaciones musicales, todo el trabajo que he hecho, ya casi 20 años, con la música del Pacífico, con la música del Caribe, entendiendo, uniendo y creando lazos con la música clásica, el jazz y últimamente con el mundo audiovisual.

Las últimos dos nominaciones a los Latín Grammy, son bandas sonoras de series, que hemos creado desde Puerto Candelaria. Siempre me he imaginado que la música que compongo, primero es una imagen, de una película, una obra de teatro, es muy visual.

Llegar ya a este momento de hacer parte del equipo de dirección musical de Cien años de Soledad, es algo que tú no te puedes imaginar, el significado tan profundo, casi espiritual en mi vida. El día que yo terminé de leer Cien años de soledad en mi juventud al otro día quise inventar un pueblo que quedaba a 150 km.

De alguna manera se encuentran, cuando estoy trabajando en este proyecto se encuentran los dos y se hacen reales los dos pueblos, y combina no solamente mis saberes de la música y mi pasión por Colombia, sino también la necesidad que tenemos como colombianos de construir historia, de construir memoria.

Carlos Vives lo cantó, somos La tierra del olvido, y ese ha sido uno de los grandes retos de nuestro trabajo de investigación, básicamente la mitad o más de la mitad de la información del pasado musical de Colombia no existe entonces tienes que friccionarte y lograr mantenerlo.

Agradecimientos:
Fotografías: Merlin Producciones / Emanuel Zerbos

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Comunicador, performer, músico en construcción, el universo es infinito.

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