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Flow: La película que plasma la inmensidad de la naturaleza

Flow es una película que ofrece un viaje extraordinario en el que se desafía las convenciones de la animación contemporánea.

El cine de animación sigue expandiendo sus horizontes, y Flow, la nueva película del director letón Gints Zilbalodis, es prueba de ello. Esta cinta, que ha causado sensación en diversas premiaciones, no solo es una de las favoritas para llevarse el Oscar a Mejor película animada, sino que también compite en la categoría de Mejor película extranjera.

Zilbalodis, reconocido por obras como Inaudible (2015) y Away (2019), reafirma su estilo particular en Flow, una historia que se desprende completamente de diálogos. En historias donde es común que los animales sean antropomorfizados para generar mayor conexión con el público, se aplaude completamente la decisión de contar la historia de manera puramente visual es un riesgo poco habitual, pero sumamente efectivo.

¿De qué trata Flow?

La película nos presenta a un felino solitario, astuto pero temeroso, que habita en una isla junto a otros animales. Sin embargo, su vida da un giro cuando un diluvio lo obliga a embarcarse en una balsa improvisada, acompañado de un simpático grupo de seres como un lémur, un capibara (chigüiro), un ave y un perro. Juntos, deben adaptarse a un nuevo mundo incierto, donde la supervivencia se convierte en su única misión. Sin palabras que guíen la narrativa, Flow utiliza el lenguaje visual, el sonido y la música para transmitir sus emociones con una profundidad que resuena en el espectador.

Más allá de la historia de estos animales, la película plantea una reflexión poderosa: el verdadero peligro para la naturaleza no es ella misma, sino nosotros los seres humanos. A través de su cuidada animación, nos recuerda la fragilidad del ecosistema y la capacidad de los animales para sobrevivir sin nuestra intervención.

Un logro técnico y artístico

La producción de Flow es un testimonio del avance tecnológico en la animación independiente. Creada con Blender, un software gratuito de código abierto, y utilizando el motor gráfico Ibi, la película logra una estética única que evoca la fluidez de un videojuego en tiempo real. Con un equipo de aproximadamente 50 personas, la animación se desarrolló en Letonia, mientras que su finalización se realizó en Francia y Bélgica, con el apoyo de organismos como el Centro Nacional de Cine de Letonia y ARTE France.

Para preservar su visión artística, Zilbalodis estableció su propio estudio en Letonia, asegurando que la película mantuviera su autenticidad y su independencia creativa.

Flow es una obra que desafía las convenciones de la animación contemporánea, apostando por una narrativa visual pura que cautiva con su belleza y profundidad. Su combinación de técnica innovadora, emotividad y un mensaje muy especial la convierten en una de las propuestas más fascinantes del año. Sin duda, una experiencia que vale la pena vivir en la pantalla grande. 

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